sábado, 14 de agosto de 2010

New gold dream

El otro día vi una de esas películas algo maltratadas por la crítica y directamente lanzadas en DVD, The Informers, un retrato coral de la sociedad norteamericana de los ochenta (de hecho se basa en una novela de Bret Easton Ellis, escritor, entre otras, de American Psycho). Nada nuevo bajo el sol, para que engañarnos, pero la ambientación ochentera, la música, la estética y sobre todo el estilo de vida han sido determinantes para que no pasase desapercibida. La película se queda a medias en la mayoría de aspectos y sin embargo sirve como reflejo de como se movía la sociedad en aquellos días, aplicable a la España post-franquista y a La Movida. Sexo y drogas se mezclaban con consumismo exacerbado y decadencia moral, formando un cóctel de autodestrucción y vacío existencial del que era complicado escapar y en que dirección poder continuar. ¿Consecuencias del aburguesamiento extremo de la sociedad del bienestar? Digo yo, que junto con la pérdida de los valores y la caída de ideologías y religiones (en Occidente, se entiende) propiciaban un desconcierto generalizado. ¿Solución? Encumbrar el placer como el nuevo Santo Grial, hasta las últimas consecuencias. Solo había que apreciar parte de la cultura mainstream de la época para darse cuenta.

La juventud es para siempre.


El problema es cuando nos preguntamos si nos hemos relajado en los últimos años, o lo que en los ochenta sobresalía ahora se ha estandarizado como un comportamiento normal y no nos damos cuenta de que vivimos en la misma espiral. Muy probable, nunca nos saciamos y siempre queremos más. Pero hay que asumir que esa actitud viene de serie con las nuevas formas de vida que se implantaron en la segunda mitad del siglo pasado, y no sé hasta que punto se pueden evitar. Siempre querremos lo que no tenemos, el césped del vecino siempre será más verde y cuando conseguimos nuestros (supuestos) deseos más anhelados, nos quedamos vacíos. También resulta más que cuestionable elegir la opción 'casa, coche y niños', porque en muchas ocasiones se vive ajeno al problema cuando en realidad sigue ahí e incluso más de una vez saca la cabeza (padres de familia que se van al 'Black and White', amas de casa que desayunan vodka). La opción autodestructiva no es la mejor, también pretende ser lo que no es, aunque desde un prisma más realista y menos de cuento de hadas, siendo quizás algo más consciente de su condición. ¿Hay tercera vía? Espero.

La primera escena de la película con "New gold dream" de Simple Minds de fondo, gran canción que refleja el espíritu hedonista de los ochenta.

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