miércoles, 25 de agosto de 2010

Enrique rules!

Pues claro que sí. ¿Qué es un pijo de mucho cuidado? Por supuesto, y no lo esconde. ¿Qué su música resulta facilona y hasta ridícula? Sin duda, pero de guilty pleasures también se vive. Nunca llegaré a entender porque es tan despreciado en un país que alza a gentuza como Melendi al número uno. Decir que Enrique Iglesias es un mierda ya no mola, quizás cuando teníamos quince años y nuestra autoestima adolescente nos obligaba a soltar chorradas para mantener un estatus. Ahora con veintitantos no resulta demasiado coherente si además te acabas de comprar el último disco de Pignoise (o de Love Of Lesbian y creerte el más indie del lugar). Es probable que también se trate de la sempiterna envidia española, unido al factor pijo, ser hijo de quien es y cantar un cagao, por lo que la crucificción estaba más que asegurada desde que le dijo a papá Julio que quería ser como él.

Siempre dispuesto a recibir caña.


Muchos se han sorprendido por el éxito de su último álbum, porque en España su carrera estaba más muerta que la de Kiko & Shara, pero en otros países despachaba discos como gallos en sus conciertos. Es verdad que el éxito de 'I like it' le ha devuelto a la actualidad hasta en los States, dónde no conseguía un top 5 desde hace años. Pero es que la canción es horriblemente adictiva, con los ácidos sintetizadores made in RedOne como protagonistas y ese sampler de Lionel Ritchie que reza "Party, karamu, fiesta, forever", lo que la encumbra como el himno arrima-cebolletas del verano. La letra y la melodía son para dar de comer aparte, sin olvidarnos del pesado de PitBull, y aún así triunfa (repito: para la función por la que ha sido creada, nada más). Eso sí, a ver quien se chupa el álbum entero. Su único recopilatorio me parece el non-stop del chochipop masculino (sic), pero a ver quien es el guapo que se atreve a afrontar un largo de doce canciones que hablan de lo cachonda que me pones y lo importante que eres en mi vida. Justin habla de lo mismo, pero las maneras les distancian. Por eso de Enrique me encantan sus guilty pleasures, pero a Justin le pondría un piso en Legazpi. No te preocupes Enrique, yo te quiero igual con tus tres singles resultones cada dos años.

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