martes, 8 de marzo de 2011

El mainstream español vislumbra su final


Desde hace unos cuantos años, aunque más agudizado en los dos últimos, la música comercial española se está viendo afectada por una crisis en la que nunca pensó que se vería inmersa. Estaréis pensando en el cansino tema de la piratería, pero no, no me refiero a eso; aunque por otra parte puede haber influido debido a las escasas ventas de los últimos años. Sin embargo, los consabidos lloros de Alejandro Sanz y compañía no deberían basarse única y exclusivamente a que la gente descargue sus discos. Ellos son los primeros que deberían replantearse su profesión.
La música comercial nacional era de bastante nivel hasta que llegaron unos fatídicos noventa en los que la calidad fue progresivamente en decadencia, y casi sin darnos cuenta el nuevo milenio se nos echó encima: entre manos teníamos aberraciones del calibre de Andy y Lucas. Aúnque en los noventa también hubo un acontecimiento positivo, y es que la música independiente empezaba a salir de su escondrijo para llegar a nuevos públicos: Los Planetas, Dover, Sexy Sadie o Australian Blonde comenzaron a escucharse en las radiofórmulas y a vender discos. No llegaban al nivel de Manolo García, pero menos daba una piedra. Sin embargo el mainstream iba cuesta abajo y solo había que escuchar los trabajos en solitario de los miembros de alguna de las bandas más importantes de los ochenta para darse cuenta (el propio Manolo, los tres integrantes de Mecano), y los que llegaron con vida nos taladraban con discos mediocres comparados con lo que en el pasado nos habían regalado (La Unión, Los Secretos; hasta unos pijoteras como Hombres G tenían cierta gracia que pronto perdieron). Y ojo, en los noventa la piratería no existía (salvo que tuvieses en cuenta la grabación en cassette).
¿Qué nos pasó? ¿Fue la llegada total y absoluta de la sociedad del bienestar lo que convirtió el mainstream en música acomodada y facilona, como nosotros? Solo hay que ver las novedades que nos depararó la década para darse cuenta: La Oreja, Alejandro Sanz, Ella Baila Sola. De acuerdo, no estaban del todo mal, pero ni de lejos tenían la garra de sus predecesores. También es cierto que los primeros discos de estos artistas eran más o menos potables si los comparamos con lo que tenemos ahora, tanto los de los supervivientes como los de las nuevas bandas y solistas que han surgido en los últimos años. Tampoco nos olvidamos de OT, la mayor prostitución musical de los últimos tiempos. Este fenómeno efectivamente no ayudó demasiado a sanear el panorama musical de este país.
¿Nos toman el pelo? ¿España ya era (y es) lerda e intentábamos ir de cultos post-franquistas? ¿O nos han convertido en lerdos? El huevo y la gallina. Difícil de aclarar. Pero claro, que se puede esperar de artistas como Alejandro Sanz (todo el artículo llamándoles así, cuando de eso ya les queda poco), que hace poco le preguntaban para la Rolling Stone acerca de Arcade Fire y admitía que no les conocía. Señores, que no hablamos de Xiu Xiu, hablamos de un grupo que fue número uno en todo el mundo con su último álbum y que en su visita a España tuvo llenazo en grandes recintos. No digo que Mr. Sanz deba convertirse en el mayor indie moderno del lugar, pero se supone (¡ja!) que un músico debe seguir aprendiendo y paladeando nuevos géneros y artistas al menos para poder afrontar su trabajo desde otras perspectivas. Quizás es porque se creen el ombligo del mundo, y para Alejandro Sanz no existe nada más que él, Bosé, Juanes y demás fauna hispano-hablantes. Se encuentran tan estancados en todos los sentidos (solo hay que ver su actitud ante la piratería) que dudo mucho que lleguen a darse cuenta algún día de los cambios que está sufriendo el mercado musical, nacional e internacional, estructural y estilísticamente.
Todo ésto nos lleva a que la música comercial nacional cada vez interesa menos. Solo hay que escuchar la radio para atestiguarlo. La mayoría de novedades son internacionales, los nuevos grupos exitosos se cuentan con los dedos de una mano (o con un dedo: Maldita Nerea durante este 2010) y los clásicos no es que revienten las listas salvo contadas excepciones (un ejemplo: Juanes se ha pegado la ostia padre con su nuevo disco). Por otra parte, varias bandas pseudo-indies (o algo), estilo Lori Meyers o Love of Lesbian empiezan a ganar adeptos incluso con el público que siempre había escuchado La Oreja (los de Andy y Lucas ya no tienen remedio). Por supuesto que no son la panacea, pero no se puede exigir demasiado ante un panorama tan desalentador. O sucede algo que cambie la situación, o la música comercial española tiene los días contados. La verdad que es no me dan ninguna pena, ellos mismos se lo han buscado a conciencia y ahora gimotean ante lo que se les viene encima. Lo siento Alejandro, si se repite la misma broma una y otra vez siempre se acaba saturando al personal